Origen de las sillas de enea

Origen de las sillas de enea

Cada municipio tiene costumbres y tradiciones. Las cuales se llevan realizando en el lugar desde hace miles o cientos de años; labores de artesanía que se adaptan a las peculiaridades de cada zona, sacando partido de todas esas cosas que la tierra ofrece en cada zona del mundo. En el caso de Valdepeñas, destaca la elaboración manual de las sillas de enea. Así que en este post hemos decido hablar del origen de este tipo de sillas tan típicas de esta maravillosa localidad de Jaén.

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¿Qué es la enea?

Para conocer el origen de las sillas de enea, primero es interesante saber un poco más sobre el material con el que están elaboradas.

La enea es, ni más, ni menos que una planta herbácea perteneciente a la familia de las tifáceas. También conocida como espadeña, totora o gladio, la enea crece en zonas húmedas y zonas fluviales como pantanos y lagunas, alcanzando un tamaño de hasta dos metros y medio.

Entre sus hojas alargadas y afiladas crece un tallo del que emergen las flores en espiga cilíndrica de color marrón, muy parecidas a los puros. Estas flores son unisexuales. Mientras que las femeninas forman esta flor con forma de puro, las masculinas se disponen en el extremo que sobresale de ellas.

Tradicionalmente, las hojas de esta planta se han utilizado para fabricar tejidos para sillas, cestas y otros artículos.

¿Por qué se usa la enea para hacer sillas?

Las hojas de esta tifácea son alargadas, estrechas, tenaces y flexibles. Estas cualidades las hacen perfectas para el uso que se hace de ellas. Generalmente se utilizan para elaborar asientos y respaldos de sillas, aunque también se emplean en la fabricación de otros objetos de cestería.

¿Cómo se prepara la enea para la elaboración de sillas?

Para la elaboración de estas sillas, las hojas de enea se recogen cuando están aún verdes y se extienden hasta que se sequen del todo. De esta manera se evita que el producto se pudra. No obstante, en el momento de manejarlas para darles uso, se vuelven a humedecer para conseguir toda la flexibilidad que se había perdido al secarlas.

Para formar la cuerda, se van empalmando los tallos, alargándola poco a poco, con cuidado de mantener el grosor y densidad de todos los tramos.

Gracias a la enea, estas sillas son resistentes y duraderas.

Recordando el origen de las sillas de Enea

Desde la antigüedad se han utilizado las fibras vegetales para fabricar sillas y muebles. Por ejemplo, en el antiguo Egipto se elaboraban asientos y camas con hojas de palma o juncos de río. Existen muebles de fibras y sillas que se han encontrado en la tumba de Tutankamón. También se utilizaban estas fibras naturales en la antigua Grecia y Roma para fabricar todo tipo de muebles. Hasta los siglos XVI y XVII se seguían utilizando estos juncos de río como material protagonista de estas elaboraciones, hasta que empezaron a conocerse otros tejidos y materias primas.

Antiguamente, en los pueblos no había plástico, pero si materiales nobles y duraderos como este, que permitían a las gentes de zonas rurales elaborar sus propias y cómodas sillas.

Estas sillas formaban parte de los ajuares de los recién casados, incluso era tradición tallar las iniciales de cada familia en la silla. Era común encontrarlas en tres tamaños: Uno pequeño, para los peques de la casa, otra de tamaño mediano, conocida como ‘silla de la abuela’ (las que se colocaban frente a la chimenea) y unas sillas algo más altas, para su uso como silla de comedor.

¿Quién no recuerda las tardes de verano al fresco, a la puerta del hogar de los abuelos o padres, sentados sobre estas sillas que tantos recuerdos maravillosos nos evocan?

Conclusión

Aunque cada vez son menos los artesanos que se dedican a la elaboración de las tradicionales sillas de enea, o sillas de anea, aún quedan en nuestro país algunos artistas que siguen sacando partido a esta planta tan popular.

En Valdepeñas encontramos a algunos de estos artesanos que siguen la tradición familiar de varias generaciones.

¿Te animas a descubrir sus obras?