Quejigo del Amo o del Carbón en Valdepeñas de Jaén

Quejigo del Amo o del Carbón

Nuestra Sierra Sur alberga auténticas maravillas de la naturaleza y todo tipo de rutas en bicicleta o de senderismo, en las que es posible contemplar unas vistas privilegiadas y algunos monumentos naturales que no dejan a nadie indiferente. Entre ellos el Quejigo del Amo o del Carbón, una de las cosas que ver en Valdepeñas, si o sí.

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¿Dónde está el Quejigo del Amo o del Carbón?

El Quejigo del Amo o del Carbón es uno de los ejemplares de quejigo más antiguos de España. Se encuentra cerca del Pantano de Quiebrajano, a pocos kilómetros de Valdepeñas de Jaén, y se estima que cuenta con entre 500 y mil años. Aunque su edad no es lo único que nos asombra. Sus imponentes doce menos de perímetro, uno de los más grandes de Andalucía, hace que se trate de un espectáculo digno de contemplar.

Sus dimensiones destacan en el bosque de regeneración donde se encuentra, formado por encinas, alcornoques y diversas especies de pinos.

Es tal su belleza e historia que el 23 de noviembre de 2001 la Junta de Andalucía le otorgó el título de Monumento Natural.

La historia del Quejigo del Amo o del Carbón

Los dos nombres de este espectacular monumento esconden curiosas historias.

El primero de ellos, y el nombre por el que es conocido en en el Corazón de la Sierra Sur le viene dado por el dueño de la finca donde se encuentra, el cual solía descansar y refrescarse sobre su sombra, recreándose diciendo, y volviendo a decir, que ‘ese enorme y viejo ejemplar’ era de su propiedad. Con lo que al final se quedó con el nombre de ‘quejigo del amo’.

Por otro lado, este enorme quejigo fue objeto de continuas podas con el fin de obtener madera para hacer carbón, de ahí su segundo nombre.

Un árbol carbonero

Cuando ni el petróleo, ni la electricidad estaban al alcance de todo el mundo, el carbón y el picón servían de principal combustible y fuente de energía.

De ahí que en este grandioso quejigo puedan verse las secuelas de la actividad tradicional del carboneo. Manifestándose en la cicatrización y diferencia evidente en el tamaño de sus viejas y jóvenes ramas, alterando su aspecto natural.

Según se cuenta, este ejemplar de quejigo ha sido objeto de reiteradas podas que tenían la finalidad de producir gran cantidad de leña, para finalmente transfórmala en carbón.

Este carbón vegetal de encinas y quejigos ha sido durante miles de años el combustible más habitual, permitiendo que quienes lo producían pasasen inviernos más llevaderos, así como fuego para sus cocinas

Las carboneas se preparaban en terrenos previamente compactados para evitar la entrada de corrientes de aire que dificultaran el control del fuego. Sobre ellos se apilaba la leña y se rellenaban los huecos con las ramas más finas.

Una vez terminado el apilado de la leña, la carbonera se tapaba con retamas y juncos, cubriéndola finalmente con una capa de tierra para evitar una combustión más rápido de lo deseado.

Finalmente se prendía fuego y con una vara larga se iban abriendo huecos en la superficie para controlar la entrada del aire, hasta que la madera perdía toda su humedad y quedaba negra.

El proceso terminaba cuando se tapaba toda la carbonera de nuevo con tierra, dejándola unos tres días para que se apagara del todo. Luego se desmontaba la carbonera y se cargaba el carbón en sacos para su transporte en mulas a los puntos de venta y carbonerías.

Conclusión

Si eres de las personas que se emocionan con las maravillas que nos regala la naturaleza, te fascinará conocer el árbol más emblemático de nuestra Sierra.

Si quieres más información no dudes en contactar con nosotros aquí. Estaremos encantados de conocerte.